Battambang: recorriendo campos de arroz en el tren de bambú

Battambang (ក្រុងបាត់ដំបង) es la ciudad más colonial que vi en Camboya. Tiene muchas casas de la época francesa y se nota que en su tiempo fue una ciudad con gran riqueza. Ahora lo sigue siendo, aunque de otra manera.
Llegué ahí en barco y nada más bajarme, una infinidad de conductores de tuk-tuk nos avasalló para convencernos de llevarnos a un hotel u a otro. Durante el viaje conocí a Margaret, una mujer alemana que vivía en España, justo al revés que yo, y decidimos buscar juntas un hotel. Pero fue una tarea difícil. Dio la casualidad de que se estaban haciendo unos exámenes para ser profesor en la ciudad, una especie de oposiciones. Así que estaba casi todo a lleno y lo que no, era bastante caro para el presupuesto que llevaba. Después de mucho buscar, encontramos dos habitaciones en Start Hotel al lado de la estación de autobuses. Nos costó $7 después de regatear un poco. Las habitaciones estaban limpias y la relación calidad/precio era bastante buena. Además los recepcionistas eran muy agradables.
Campos de arroz en los alrededores de Battambang
Campos de arroz en los alrededores de Battambang
No me dio tiempo a mucho el primer día, sólo a dar una vuelta por el centro de la ciudad y cenar con Margaret un pequeño restaurante escondido en un callejón.

A la mañana siguiente después de un buen desayuno en una pequeña cafetería justo enfrente de mi hotel, tenía pensado ir sola a buscar un conductor de tuk-tuk que me llevase a la ruta que había decidido hacer. Pero me encontré con Margaret y decidió unirse a mi plan a pesar que el día anterior había dicho que prefería tomarse la mañana libre.

Margaret y yo en el tren de bambú en Battambang, Camboya
Margaret y yo en el tren de bambú.

Así que nos pusimos en marcha. Mi plan era primero montarme en el tren de bambú (o Lorry como lo llaman los de ahí). Pero, ¿qué es eso del tren de bambú? Pues bien, en Camboya no existe una red de trenes propiamente dicha. Hay una que se usa para mercancías (y que actualmente está en renovación, no sé cuando terminará) y ahí es donde entre en juego este famoso tren. Tiene un mecanismo muy simple: cuatro ruedas, una tabla hecha de bambú y un motor para moverlo todo. Así de simple, no tiene más misterio. Este tren se ha usado para transportar mercancías (principalmente sacos de arroz) por esta región. Como anécdota decir que existe una sola vía para los dos sentidos y cuando tenemos de frente otro tren de bambú, el que tenga menos peso debe bajarse, desmontar el chiringuito y dejar pasar al de más peso. Un show la verdad.

Desmontando el tren de bambú
Desmontando el tren de bambú

Como ya no funciona para mercancías reales, el tren de bambú se a convertido en un reclamo turístico del que sacan mucho provecho. El viaje vale $5, demasiado a mi parecer. No hay posibilidad de regateo alguna, son precios fijos que todo hijo de vecino (turista) tiene que pagar. Pero bueno, es algo curioso y único en el mundo que hay que hacer. Aquí os dejo un pequeño video (no de calidad muy elevada) de una parte del camino en tren.

El trayecto consiste en unos pocos kilómetros en el tren. Cuando de llega al final, tienes un tiempo para dar una vuelta por el pueblo que hay alrededor, pudiendo ver una fábrica de ladrillos y pasear por los numerosos campos de arroz.

Tren de bambú
La menda en el super tren

Después del viajecito en tren, nuestra siguiente parada era el Phnom Sampeau (Montaña cocodrilo), una colina bastante alta (teniendo en cuenta que Camboya es bastante llana). En lo alto se encuentra una pagoda y a medio camino están las tristemente famosas Killing Caves, que son otra muestra de las atrocidades que hicieron los jemeres rojos en Camboya. La entrada para los turistas cuesta $2.

El tuk-tuk no podía subir hasta la cima, así que teníamos dos opciones: ir andando o coger una moto. Yo hubiera hecho la segunda, pero Margaret no estaba dispuesta a pagar el $1 que nos pedían (en fin). Así que, muy a mi pesar, con mi botella de agua y un sol de justicia (creo que en Battambang es donde más calor pasé en todo mi viaje), nos enfrentamos a la impresionante cuesta que nos indicaba el camino a la cima.

Vistas de los campos de arroz
Vistas de los campos de arroz

¡Casi me da un jamacuco! ¡Madre mía que inclinación y que solana! Aunque al llegar arriba, mereció la pena por las vistas de los campos de arroz (aunque los hubiera visto igual subiendo en moto). Es una de las vistas que más me gustó de mi viaje.

Pagoda Phnom Sampeau en Battambang
Pagoda Phnom Sampeau

La pagoda está justo en la cima. No es excesivamente grande, pero, como ya he dicho antes, su belleza se basa en las vistas que hay desde ahí.

Vistas desde la pagoda en Battambang
Vistas desde la pagoda

Estuvimos ahí bastante tiempo hasta que recobramos el aliento, descansamos un rato y visitamos el templo. Después fuimos a buscar las Killing Caves y, como nos perdimos un poco, encontramos otro pequeño templo.

Gran buda sentado
Gran buda sentado

Y por fin llegamos a las cuevas de los asesinatos del régimen de Pol Pot. Otro sitio espeluznante de la historia reciente de Camboya. Llamadme blanda, pero la sensación que tengo en estos sitios es horrible. Este sitio es un memorial a las victimas de los jemeres rojos en esta colina. Muchos de ellos fueron despeñados por las laderas, entre otras muchas otras formas de tortura.

Osario con los restos de algunas víctimas
Osario con los restos de algunas víctimas

A esta cueva se llega bajando una escalera. Lo primero que se ve es un gran buda tumbado. Luego se pueden ver los restos de algunas de las miles de víctimas que perecieron ahí.

Buda tumbado en las Killing Caves
Buda tumbado en las Killing Caves

Después de una intensa mañana de visitas, volvimos a Battambang con la intención de alquilar unas bicicletas e ir de paseo por los campos de arroz de la zona y visitar alguna de las casas camboyanas más antiguas del país, que se remontan a la época colonial francesa. Si no recuerdo mal, una de las más antiguas tenía unos 100 años.

Mi bici y yo por los campos de arroz
Mi bici y yo por los campos de arroz

Alquilamos las bicis justo en el hotel de al lado. Nos costó $1 por lo quedaba de día. Así que nos metimos por los caminos que salían de la ciudad y empezamos a recorrer la parte que nos habían indicado donde se encontraban las “casas históricas”. Encontramos un par de ellas por el camino. Todas ellas se notaba que eran de madera noble. También hay un museo de casas típicas camboyanas (yo he estado en alguno de otro país europeo) donde hay reconstrucciones de las casas de todas las regiones del país. Ahí no entramos, sino que seguimos dando pedales.

Llegamos a una casa bastante bien conservada donde había una mujer bastante mayor que hablaba francés. El poco francés que sabía, se ha perdido gracias a que el alemán requiere de todas mis neuronas, aunque entiendo lo básico. Así que, si no hubiera sido por Margaret, no me habría podido comunicar con la mujer ni preguntarle nada.

Casa colonial camboyana
Casa colonial camboyana

Nos enseñó las habitaciones que aún conservaban los mueblas antiguos, cuadros de familia, etc. Hicimos otra parada en una casa bastante similar. Para terminar con el recorrido de búsquedas de casas, encontramos una que se vendía. No estaba en muy buen estado, pero se nos antojó perfecta para montar una pequeña guesthouse y poder vivir de eso ahí. Había un número de teléfono y llamamos por saber cuánto pedían por la casa, por mera curiosidad. Pero no obtuvimos respuesta, así que nuestro sueño camboyano tendrá que esperar. Aquí os dejo una foto de mi casa.

Mi casa camboyana
Mi casa

Sí, ya sé que no sería tan fácil y que siendo extranjera todo me saldría algo más caro, pero soñar es gratis y a mi me encanta. Además con un poco de trabajo, saldría un jardín perfecto donde leer, dormir, cenar, etc. ¡Ah! Y estarías todos invitados por supuesto. Ahora os gusta más la idea ¿verdad?

El día de bici ya dio poco más de sí. Lo último que hicimos fue visitar un resort apartado de todo, entre los campos de arroz, solo por curiosidad, por ver lo que costaba y por ver lo que había dentro. Estaba muy bien, aunque, claro, por $60 en Camboya hay muchos sitios perfectos.

Cayendo la tarde entre los campos de arroz en Battambang
Cayendo la tarde entre los campos de arroz

Para cenar, fuimos al Riverside, donde hay muchos puestos callejeros y el precio es muy económico. Cenamos por $2 estupendamente con bebida incluida. Además se estaba de lujo. Después, Margaret me dejó darme una ducha en su cuarto, ya que había decidido coger un bus nocturno a la capital, para luego ir a Sihaknouville y así aprovechar más el tiempo. Después, hasta las 10 de la noche, me quedé hablando con los del hotel dos chicos muy majos que me enseñaron algo de khmer (que ya he olvidado) y yo les enseñé algo de español que creo que habrá corrido la misma suerte que mi camboyano.

El billete a la capital me costó $5 y el trayecto duró de las diez de la noche hasta las cinco y media de la mañana. En el autobús coincidí con Genny y Stephan, dos amigos que viven en Singapur y que había conocido en el barco a Battambang. Íbamos a hacer el mismo camino. He de decir que dormí casi todo el camino, pero eso no es raro en mí, puedo dormir incluso encima de clavos.

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2 Comentarios

  1. El Caldero de Nimue

    6 marzo, 2016 at 7:33 pm

    Yo no pude ir a ver ni las killing caves, ni los killing fields, ni el museo del genocidio. No necesito ver gráficamente las torturas y los huesos de las víctimas para sentir muy dentro el sufrimiento de la gente y el pasotismo de la comunidad internacional mientras se hacían estas perrerías. Más o menos lo mismo que estamos dejando hacer en Korea del Norte y que no se descubrirán hasta dentro de una década cuando el régimen caiga. Si es que si no hay petroleo que expropiar…¿qué más da que haya genocidios?

    Así que en nuestro caso cambiamos las killing caves por el buda de 28 metros de Wat Ek Phnom.

    El tren de bambú también nos pareció subido de precio, pero es lo que tu dices: estás allí y es algo único en el mundo! Hay que hacerlo.

    Oye…¡¡me apunto a tu sueño de la guest house, porque yo tengo el mismoooooo!!!! 🙂

    Un beso, Flavia!

    1. Flavia Around the World

      6 marzo, 2016 at 7:53 pm

      A mí todo esto de campos de concentración y salas de tortura etc. no me suele gustar. Lo paso extremadamente mal en las visitas y creo que solo he estado en el S21 de la capital de Camboya y en las killing Caves. 4 años en Alemania y no me he acercado a ningún campo de concentración nazi. En Europa y América si no tocan las desgracias de primera mano, no parece que existan….

      EL Buda de 28 metros no vi, debería de ser impresionante ¿no?

      ¡Si en otro viaje encuentro un buen lugar para montar una tranquila guest house te aviso!

      Un beso,

      Flavia

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