echo de menos cuando viajo

5 cosas que echo de menos cuando viajo

¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ¡¿Qué hay cosas que echo de menos cuando viajo?! Pues sí, no es oro todo lo que reluce y hay ciertas cosas que no me gustan de los viajes. Aunque siempre son infinitas más las que me gustan de viajar que las que no. De hecho, suelen ser más cosillas a cosas. Menudencias en comparación de la satisfacción que me da el emprender una nueva aventura.

Pero para que veáis que hay una cara y una cruz en los viajes, hoy quiero contar las cosas que no me gusta de viajar.

¿Qué echo de menos cuando viajo?

Levantarme sin despertador

Odio madrugar. Más que madrugar, odio levantarme con despertador, ya sean las 5 de la mañana o las 12 del medio día. Me gusta despertarme porque ya no quiero dormir más. Creo que el inventor del despertador era una persona que no lo utilizaba y lo inventó como instrumento de tortura para el resto de los mortales.
Maravilloso amanecer en Bagán
Maravilloso amanecer en Bagán
Pero cuando viajo, pongo este invento del diablo siempre muy pronto: que si hay que coger un vuelo a Yogya, que si voy a ver el amanecer en Angkor Wat o a Bagán, que si el autobús sale a las seis de la mañana, etc, etc. Realmente hago estas cosas por voluntad propia y quedarme en la cama de vacaciones por el mundo hasta las 11 es algo que no puedo hacer. El lugar me llama para que me levante y descubra un nuevo mundo.

Las aceitunas

Debería de ser un derecho universal el acceso a las aceitunas en cualquier país. ¿Quién en su sano juicio rechazaría un buen plato de olivas? Yo no. ¿A caso no es lo que mejor combina con una cervecita bien fría? Si hay cerveza por todos los lugares del mundo ¿por qué no aceitunas? Se complementan perfectamente.
aceitunas

Soy una consumidora habitual de aceitunas, ya sean rellenas, con hueso, en revuelto con cebolletas y pepinillos y un largo etc. Cuando estoy por ahí muchos días viajando, tengo sueños calenturientos en los que saboreo este manjar de dioses. Las echo más de menos que el jamón o el lomo, ahí es .

La ducha

Estar de viaje puede muchas veces significar que la ducha del hotel, hostal, homestay o lo que sea, no sea como nos gustaría. O el agua sale helada, o abrasando. O la presión es casi inexistente. O que el baño se inunde, etc.
Bañera
Por eso, una de las cosas que agradezco al volver a casa, es darme una buena ducha como a mí me gusta.

El olor a ropa limpia

Aquí me refiero a viajes largo, de más de 10 días por lo menos. En ese tiempo necesito lavar la ropa y muchas veces lo hago a mano. La ropa está limpia, no huele a nada en concreto. Así que cuando puedo, la llevo a alguna lavandería para que me la laven y sequen bien. Cuando me pongo esa ropa recién lavada, me siento mejor jaja.
ropa tendida

Una buena taza de café

En muchos países el café es sinónimo de agua manchada. ¿Por qué? Sin contar países como Italia o Austria, es difícil encontrar una buena taza de café dentro de Europa. No es que sea una obsesa del café, pero cuando lo tomo, me gusta que sepa a café y no a aguachirri que sea agua con un ligero sabor a café. Normalmente bebo té o infusiones, aunque me gusta saborear un café rico por la mañana. Pero cuando estoy de viaje, puede que no lo cate hasta que vuelva a casa. ¿Tan difícil es? Incluso en países donde tienen una excepcional materia prima como es Indonesia, el café que ellos beben deja bastante que desear, a no ser que vayas a una cafetería para occidentales y te pidas un capuccino.
Cafe
Con el té esto no pasa. Tiene que ser el té muy malo o estar muy mal hecho para que no se pueda beber y no tenga un sabor aceptable. Sí que hay tés y tés, pero creo que se le trata mejor en el mundo que a su amigo el café.

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